Es común durante la oposición, en especial en aquellos casos en los que ya sumamos algunos añitos, sentirse estancado. La sensación de estudiar y restudiar lo mismo, para luego olvidarlo con rapidez; de que ya no tienes la misma habilidad que antes estudiando y memorizando;de que te lo sabes cada vez peor; de que no le estás sacando el rendimiento suficiente, de que tendrías que dedicarle más tiempo pero tu cerebro se va inmediatamente a otras cosas, de no encontrar la concentración que venía antes con suma facilidad a ti...
El estancamiento puede venir acompañado de un temor bastante grande, que no es otro que el de fallar otra vez. ¿Y si estás invirtiendo esfuerzo, tiempo, dinero, años de cotización... en algo que nunca vas a conseguir? Estaba claro que nunca fue una certeza, pero uno nunca empieza este camino pensando que no vale, que no lo alcanzará.
Al final esta incertidumbre es natural. Natural a la etapa, y natural a nuestra humanidad. Y, pienso, que el estancamiento (situación en la que también me hallo yo actualmente) no es más que el fruto de aquello tan cierto de que nosotros somos nuestros principales enemigos. El hastío, el cansancio, la sensación de fracaso, la incomprensión, la impaciencia... todo eso nos lleva a boicotearnos a nosotros mismos, a ser negativos y a sentirnos perdidos.
Nadie te puede ahorrar los baches y malos tragos que pasan, pero tienes que tener en cuenta que pasan, se van. Al final son los persistentes y no los perfeccionistas los que aprueban. Focalízate en tu día a día, no pienses en el examen ni en la mochila que arrastras. Pensar eso sólo te añadirá una carga ficticia, que te hará sentir agobiado y frustrado... y estarás desaprovechando la oportunidad de avanzar. Porque, y es algo que este tiempo me ha enseñado, en la oposición es imposible avanzar a pasos agigantados... tienes que ir sumando granitos de arena.
Si fuera fácil todo el mundo lo haría.
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